Link: MUSEO JULIO ROMERO DE TORRES
Ubicado en el mismo edificio que el de Bellas Artes, frente a la Posada del Potro, fue creado en el año 1931, un año después del fallecimiento del pintor. Dedicado a su obra, nos permite hacer un recorrido por su vida, desde sus comienzos hasta sus más esplendorosas y conocidas obras: La Chiquita Piconera, Naranjas y Limones, Cante Hondo, Poema a Córdoba, etc. El museo ha sido reformado en dos ocasiones, siendo la última de ellas en 1992.
MUSEO DE BELLAS ARTES
Situado en la Plaza del Potro, abre sus puertas al público en el año 1862, de manos de su primer director, Rafael Romero Barros, padre del célebre pintor cordobés Julio Romero de Torres. Ocupa distintas dependencias de lo que fue el antiguo Hospital de la Caridad, de estilo plateresco. Tras sucesivas ampliaciones, en 1936 se configura su estado actual siguiendo el estilo renacentista. Aunque en sus paredes pueden hallarse cuadros de maestros italianos del renacimiento, sus fondos principales y más numerosos son de época barroca y del siglo XIX. Destacan obras de Bartolomé Bermejo, Luis de Morales, Valdés Leal, Ribera, Zurbarán, Murillo, Antonio del Castillo y el escultor cordobés Mateo Inurria. El mismo edificio es digno de visita, con su recoleto patio cuajado de naranjos y una escalera barroca con artesonado ochavado de madera.
PLAZA DEL POTRO
Situada en el barrio de la Ajerquía, debe su nombre a la fuente renacentista que la preside, cuyo principal elemento decorativo es la figura de un potro. y como demuestra la famosa posada del mismo nombre. Hoy en día acoge en uno de sus laterales los museos de Bellas Artes y Julio Romero de Torres.La típica Plaza es una de las más evocadoras de Córdoba, está declarada en su conjunto Monumento Arquitectónico-Artístico.
Mucho mayor en otras épocas, fue mermada cuando se construyó en ella, y en el siglo XV, el Hospital de la Caridad, hoy Museo de Bellas Artes y Municipal de Julio Romero de Torres.
Era la plaza, lugar destinado a la venta de ganado caballar y mular, y muy visitada de los cordobeses y forasteros que llegaban a nuestra ciudad. En uno de sus extremos esta la famosa fuente que se construyó en el año 1577 y que, primeramente, estuvo en el lado opuesto, es decir, en el lugar en el que se levante el monumento-triunfo a San Rafael, obra de Michel de Verdiguier y que estuvo anteriormente delante de San Hipólito.
Esta fuente está coronada por un potro con las manos levantadas, que sostienen el escudo de la ciudad.
En la plaza del Potro, se encuentra la Posada del mismo nombre, existente desde el siglo XIV, nombrada en varias ocasiones por Miguel de Cervantes y Saavedra, que vivió durante algunos años en la vecina calle de la Sillería, hoy Romero Barros, en casa de un tío suyo fabricante de sillas de montar, lugar interesantísimo por su historia, llena de tradiciones y leyendas. Esta posada, adquirida hace algunos años por el Ayuntamiento, fue restaurada y cedida a la Empresa Nacional de Artesanía, que ha terminado su gestión en 1981, en que vuelta otras vez al Municipio, y previa una nueva restauración, se ha instalado en ella su Delegación de Educación, Cultura y Recreo y abierta a los visitantes a los que ofrece, además de su típico marco lleno de recuerdos históricos, una sala municipal de arte, tiendas de artesanía, salas de cuero y de la plata procedentes del antiguo Museo Municipal de Artes Cordobés, sala de conferencias y proyecciones, seminarios de diversa índole y conciertos de la Banda Municipal de Música, veladas de arte flamenco, etc... Toda una serie de atractivos muy importantes no sólo para el turismo que nos visita, sino para los propios cordobeses.
Ubicado en el mismo edificio que el de Bellas Artes, frente a la Posada del Potro, fue creado en el año 1931, un año después del fallecimiento del pintor. Dedicado a su obra, nos permite hacer un recorrido por su vida, desde sus comienzos hasta sus más esplendorosas y conocidas obras: La Chiquita Piconera, Naranjas y Limones, Cante Hondo, Poema a Córdoba, etc. El museo ha sido reformado en dos ocasiones, siendo la última de ellas en 1992.
MUSEO DE BELLAS ARTES
Situado en la Plaza del Potro, abre sus puertas al público en el año 1862, de manos de su primer director, Rafael Romero Barros, padre del célebre pintor cordobés Julio Romero de Torres. Ocupa distintas dependencias de lo que fue el antiguo Hospital de la Caridad, de estilo plateresco. Tras sucesivas ampliaciones, en 1936 se configura su estado actual siguiendo el estilo renacentista. Aunque en sus paredes pueden hallarse cuadros de maestros italianos del renacimiento, sus fondos principales y más numerosos son de época barroca y del siglo XIX. Destacan obras de Bartolomé Bermejo, Luis de Morales, Valdés Leal, Ribera, Zurbarán, Murillo, Antonio del Castillo y el escultor cordobés Mateo Inurria. El mismo edificio es digno de visita, con su recoleto patio cuajado de naranjos y una escalera barroca con artesonado ochavado de madera.
PLAZA DEL POTRO
Situada en el barrio de la Ajerquía, debe su nombre a la fuente renacentista que la preside, cuyo principal elemento decorativo es la figura de un potro. y como demuestra la famosa posada del mismo nombre. Hoy en día acoge en uno de sus laterales los museos de Bellas Artes y Julio Romero de Torres.La típica Plaza es una de las más evocadoras de Córdoba, está declarada en su conjunto Monumento Arquitectónico-Artístico.
Mucho mayor en otras épocas, fue mermada cuando se construyó en ella, y en el siglo XV, el Hospital de la Caridad, hoy Museo de Bellas Artes y Municipal de Julio Romero de Torres.
Era la plaza, lugar destinado a la venta de ganado caballar y mular, y muy visitada de los cordobeses y forasteros que llegaban a nuestra ciudad. En uno de sus extremos esta la famosa fuente que se construyó en el año 1577 y que, primeramente, estuvo en el lado opuesto, es decir, en el lugar en el que se levante el monumento-triunfo a San Rafael, obra de Michel de Verdiguier y que estuvo anteriormente delante de San Hipólito.
Esta fuente está coronada por un potro con las manos levantadas, que sostienen el escudo de la ciudad.
En la plaza del Potro, se encuentra la Posada del mismo nombre, existente desde el siglo XIV, nombrada en varias ocasiones por Miguel de Cervantes y Saavedra, que vivió durante algunos años en la vecina calle de la Sillería, hoy Romero Barros, en casa de un tío suyo fabricante de sillas de montar, lugar interesantísimo por su historia, llena de tradiciones y leyendas. Esta posada, adquirida hace algunos años por el Ayuntamiento, fue restaurada y cedida a la Empresa Nacional de Artesanía, que ha terminado su gestión en 1981, en que vuelta otras vez al Municipio, y previa una nueva restauración, se ha instalado en ella su Delegación de Educación, Cultura y Recreo y abierta a los visitantes a los que ofrece, además de su típico marco lleno de recuerdos históricos, una sala municipal de arte, tiendas de artesanía, salas de cuero y de la plata procedentes del antiguo Museo Municipal de Artes Cordobés, sala de conferencias y proyecciones, seminarios de diversa índole y conciertos de la Banda Municipal de Música, veladas de arte flamenco, etc... Toda una serie de atractivos muy importantes no sólo para el turismo que nos visita, sino para los propios cordobeses.
Julio Romero de Torres
Al igual que sus otros dos hermanos, Rafael y Enrique, comenzó su aprendizaje bajo las órdenes de su padre en la Escuela de Bellas Artes. De éste heredó el gusto por el realismo, como refleja en muchos de sus paisajes y bodegones. En su producción, podemos distinguir dos etapas bien diferenciadas, la de juventud que se prolonga hasta 1907, y la de madurez, que comienza a partir de ese mismo año.
Durante la primera, recibe las influencias de las corrientes pictóricas de finales del siglo XIX, como son el realismo social, el impresionismo y el modernismo simbolista.
Los inicios de su carrera no fueron fáciles, ya que el no obtener la esperada pensión a Roma con su obra de temática social Conciencia tranquila, la muerte de su padre y el cierre de la Escuela Provincial de Bellas Artes, dificultaron la continuación de sus estudios.
En La siesta o en Pereza andaluza se observan ya las aportaciones de la pintura luminista. Y las piezas más significativas cercanas a la estética simbolista o modernista, son los murales elaborados para el Círculo de Amistad de Córdoba en 1905, con alegorías de La Pintura, La Música, La Literatura y La Escultura.
Al año siguiente, su obra Vividoras del amor, una escena en la que representa a las prostitutas de un prostíbulo, será rechazada por inmoral.
En 1907, con la obra Nuestra Señora de Andalucía inaugura su etapa de madurez y, tras los dos viajes a Italia, su estilo queda prácticamente definido, obteniendo su primera medalla en la Exposición Nacional de 1908 con La musa gitana. A este certamen también presentará Amor sagrado y amor profano.
En 1916 se convirtió en catedrático de Ropaje en la Escuela de Bellas Artes de Madrid y se instala definitivamente en la capital. A partir de aquí, representó el pabellón español en diversas exposiciones internacionales, convocados en París y Londres entre otras ciudades.
La consagración de la copla, La saeta, Cante hondo o Nocturno, son obras representativas de esta etapa y que nos permiten conocer la personalidad del pintor.
Durante estos años, su obra se caracteriza por la exaltación de valores típicamente andaluces y sus tradiciones populares, como son el flamenco, la copla o el toreo. También se interesará por los prototipos humanos, siendo la mujer cordobesa la protagonista de sus pinturas. Se ha dicho de él que fue el pintor del alma de Andalucía.
El artista cordobés pintó numerosas figuras femeninas, mujeres morenas de misteriosa y profunda mirada que escandalizaron en su época, debido a la carga erótica que ofrecía su semidesnudez. En su mirada hay una ocultación del deseo, al mismo tiempo, que provocan una intensa sensación de ardor y erotismo. Son figuras ensimismadas, encerradas por su propia pasión, alegorías de la sensualidad y del pecado.
En Samaritana (1920), los ojos de la modelo tienen una mirada misteriosa. Su postura es relajada, reposa sobre un ánfora de cobre, proporcionando sensación de serenidad.
En La niña de la jarra (1928), la modelo se sitúa en un fondo tenebrista, destacando así, el rostro de una adolescente morena y soñadora y una jarra vidriada.
Naranjas y limones (1928), representa a una joven que lleva entre sus pechos desnudos un puñado de naranjas. Sus ojos, que producen una intensa sensación de misterio, hacen que su mirada posea una enorme carga psicológica. Es una obra de gran erotismo.
En todas ellas, consigue reflejar la belleza y la melancolía características de las mujeres andaluzas.
A principios de 1930, Julio Romero de Torres, afectado por una dolencia hepática, vuelve a Córdoba para intentar recuperarse. Allí pintó su última obra, La chiquita piconera, que es una de las más conocidas.
La chiquita piconera resume la concepción que el artista tenía de la pintura. La modelo se mueve dentro de un realismo idealizado, nos mira de forma directa y sosegada, mientras deja caer sus brazos relajadamente. El fondo es un atardecer sobre Córdoba.
Finalmente, el 10 de Mayo, Julio Romero de Torres muere en su casa de Córdoba.